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Dentro de poco hará diez años que nos trasladamos de vivir en un piso, a un chalet adosado en un pequeño pueblo de los alrededores de Madrid, España. Nos vimos de repente en una casa grande, asfixiados (como tantos otros) por el pago de la hipoteca de la compra de la casa, es decir, sin dinero, y sin apenas muebles ni elementos decorativos ni la posibilidad de adquirirlos. Y sin embargo, teníamos muchas ganas de tener una casa bonita y acogedora (lo que según nuestra mentalidad significaba coleccionar cosas únicas y con muchos colores). Armados con una sierra de calar, un taladro, un accesorio de lijado, y pocas cosas más, nos dió por intentar construirnos los muebles nosotros mismos. Como apenas teníamos experiencia, comenzamos utilizando dos tablas que había por la casa, unos restos que habían dejado los carpinteros al instalar los pasamanos de la escalera y unos tornillos: salió una mesita para un televisor. Poco después hacíamos el segundo mueble. Ya entonces pensamos que si nos tomábamos el trabajo de hacer casi todo a mano, empleando una gran cantidad de tiempo, sería gracioso que los dibujos de lo que construíamos fueran originales, y no copiados. El tercer mueble trató de no parecerse a nada conocido ... y se tenía en pie. Ya estaba lleno de colores. Ese era nuestro gusto. Después siguieron lámparas, sofás, camas, mesas, estanterías ... nos atrevíamos con cualquier cosa, con los marcos de los cuadros, a cambiar grifos, a instalar luces halógenas, sensores de movimiento, parabólicas, alarmas, cableados de ordenador, riego automático ... todo lo que no podíamos adquirir ni encargar, porque no teníamos medios económicos suficientes en ese momento. Y poco a poco fuimos descubriendo que nuestro trabajo nos parecía valioso: seguramente no se lo parecía a nadie más, pero sí a nosotros, que éramos quienes lo teníamos que ver todos los días. Descubrimos que el dibujo libre de una persona es como su escritura: se puede saber una gran cantidad de cosas de esta persona a través de ella, refleja cómo es. La grafología tiene base científica. Y que los objetos que diseñábamos nosotros mismos nos producían más satisfacción que los diseñados por otros (el trazo y los colores de los dibujos eran nuestros: era nuestra personalidad, no la de otros). La dificultad normalmente no era dibujar algo, sino cómo hacerlo después. Así que pensamos que quizás sería bueno para otras personas si podían ver cómo recorríamos nuestro camino: nuestra experiencia les podría ser útil. Un tiempo después hemos tenido la oportunidad de usar el excelente y accesible vehículo que representa Internet para comenzar la difusión de esta idea. Y aquí estamos. Con lo que hemos dado en llamar carpintería imaginativa. ¿Se puede ir poco a poco desde aquí hacia una revolución del arte sencillo basada en Internet y la creatividad doméstica?. Nosotros estamos convencidos de que sí, de que dentro del corazón de cada persona hay un pequeño artista, al menos para sí mismo. Y de que los medios básicos para liberar esa pequeña capacidad artística que todos llevamos dentro están actualmente al alcance de muchos: más fácil que adquirir un PC. Eso se puede combinar actualmente con la impresionante capacidad de publicación y comunicación a cualquier lugar del mundo que ofrece Internet. Por ejemplo: tan sólo nuestro reportaje de diseño, construcción y coloreado de un marco de carpintería imaginativa tiene más ilustraciones gráficas que la mayoría de los libros comerciales. Y lo han realizado dos personas "aisladas" que viven en un pueblo de menos de 3.000 habitantes de los alrededores de Madrid. Quizás ese trabajo nunca habría visto la luz de haberse tenido que abrir camino por el antiguo entramado convencional. Solamente darse a conocer es algo costosísimo, fuera del alcance de una economía doméstica. Pero ahora tenemos Internet. Este es nuestro mensaje: crea tus propios trabajos. Si te es útil, usa los procedimientos que nosotros hemos seguido, u otros parecidos, creando tus propias variantes y tus propias adaptaciones. Nuestra intención es seguir ofreciéndote ejemplos. Haz tus propios dibujos: serán una obra de arte, aunque solamente te lo parezca a tí (Con el paso del tiempo, a otras gentes se lo parecerán también). Si dedicas tu tiempo de ocio a la creación de tus propias obras originales puedes llevarte más satisfacciones que con la mayoría de las aficiones conocidas. Además, si tienes hijos pequeños, al poco tiempo observarás que secundan tu iniciativa. Puede que al crecer no se conformen con ser unos humildes y pequeños artistas domésticos, y se conviertan en artistas reconocidos (puede que a tí te pase algo parecido, porque los hijos también influyen en los padres). Eso es lo que nosotros pretendemos, que la exposición de nuestros trabajos te sea útil para iniciarte o continuar por ese camino. El tiempo, ayudado por tu voluntad desvelará si nuestras ilusiones se convierten en realidad.
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